ALWAYS (Teenchester pleno de amor de hermanos!!!
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Re: ALWAYS (Teenchester pleno de amor de hermanos!!!
Gracias por el avisito Ari,ya me parecía que no se podía,lo que si no entendí como se hace eso de agregar sin conocer la dirección pero no importa ya que tengo la suerte que me explicarás cuando nos veamos.
NO tengo crédito,again,no me hice del club pers,again,pero tengo dos entradas para el Monumental (no la cancha de River,jajajaj) conseguido con ese grou...y no digo mas para no hacer propaganda. Please,mandame una señal de humo y organizamos ¿okay? Besos
Verobian: Gracias por tu paciencia y perdón por la demora,es que me quedé escribiendo el jueves para publicar el viernes (en el otro sitio voy casi al final de la historia) y no me acordé de venir. Espero que te siga gustando como hasta ahora. Besos
Ahora sí,esperando que Patri esté mejor así aparece en ambos lados y rogando que algún día mi amiga/hermanita del alma se digne a reaparecer por acá (y conste que la perdono porque en el otro lado no me deja casi nunca)me retiro dejándoles el capi que sigue.
Enjoy it!
Supernatural
-"Ya se está emocionando como una princesa"-pensó el mayor rodando sus ojos al cielo intentando al menos con ese pensamiento encontrar la calma que estaba perdiendo mientras las imágenes de él y su hermanito destrozados bajo las garras de la osa en cuanto recuperara a su cría no dejaban de aparecer en su mente que, como en un torbellino, buscaba frenética una forma de salir con vida de la amenaza que una vez más ponía en peligro sus vidas.
Supernatural
La inmensa mole de pelo y músculos olisqueó el aire una vez más elevando su cabeza hacia un cielo cada vez más oscuro. Su excelente sentido del olfato sumado a esa extraordinaria capacidad auditiva había otorgado a los hermanos Winchester un breve suspiro cargado de ía levantada sobre sus patas traseras la gigantesca hembra parecía haber encontrado la calma que había perdido en la feroz batalla en defensa de su cría y, más que furiosa, parecía aturdida ante la presencia de esas dos extrañas figuras que permanecían inmóviles apenas dentro de su campo de visión.
Para fortuna de los jóvenes hermanos los osos pardos no poseen una vista muy desarrollada, a largas distancias reconocen formas, pero no detalles, distinguiendo mejor a animales u objetos en movimiento que inmóviles por lo que, en situaciones desfavorables, suelen erguirse sobre sus patas para aumentar así su campo visual.Y, en el entorno en que se encontraba, la enorme hembra podía olfatear a su cría, la escuchaba pero, recelosa, había detenido su temible ataque confundida por el olor de su cachorro presente en ese humano y por el fuerte aroma que provenía del otro y al que con la experiencia de su vida en los bosques había aprendido a temer.
En ese momento de tensión los hermanos Winchester pasaban por una miríada de emociones y sensaciones que difícilmente olvidarían. Uno, más preocupado por la seguridad de su hermano que por sí mismo, mantenía su mano sobre el antebrazo del joven apretándolo con una fuerza que parecía escapársele con cada segundo que pasaba, temeroso de que la impulsividad del muchacho lo llevara a lanzarse en un ataque en el que ninguno de los dos saldría con corazón palpitando frenético aturdía sus sentidos y, aunque numerosos puntitos negros bailoteaban delante de su visión, consiguió aferrarse a la realidad gracias a la adrenalina que fluía por sus venas proveniente de la velocidad con la que sus pensamientos le transmitían la advertencia de que si su hermano mayor consideraba que estaba en peligro de muerte haría cualquier cosa con tal de protegerle, aunque eso significara interponerse entre él y ese enorme animal.
El otro, más preocupado por el dueño de esa temblorosa mano que lo aferraba con impensable fuerza no tenía otro pensamiento que no fuera la determinación de hacer lo que fuera para protegerle, inmóvil solo por el brillo desesperado de esos ojos verdes que lo miraban implorándole calma trataba de atenuar los acelerados latidos de su corazón que palpitaba frenético ante la imagen del chico destrozado por las garras de la madre de esa dichosa bola de pelos que su emocional hermanito se había obstinado en salvar y. aunque el aire frío de ese bosque aumentaba conforme el tiempo pasaba, unas pequeñas gotas comenzaron a caer por su frente al igual que las palmas de sus manos se llenaban de frío sudor en repuesta a la tensión que parecía impregnar el aire de una corriente ajena al viento que descendía de las nevadas montañas.
Finalmente, después de unos segundos agobiantes, el osezno que había dejado los brazos de Sam caminó hacia su madre y, deteniéndose al lado de las poderosas patas, miró hacia arriba y emitió un sonoro grito más cercano al llanto que al gruñido por lo que la osa descendió de inmediato al suelo haciendo temblar el piso con el peso de su cuerpo levantando una pequeña nube de polvo en cuanto sus patas delanteras hicieron contacto con la tierra.
Enseguida, bajó su enorme cabeza recibiendo el cálido contacto del hocico de su cría en ella, la olisqueó intensamente, sus sonoros resoplidos tapando la agitada respiración de ambos muchachos que apenas desviaron la mirada uno del otro para observar la reunión de la madre con su osezno, ambos deseando con todas sus fuerzas que de una vez por todas el enorme animal se desviara hacia el bosque de donde había aparecido y los dejara en paz.
Pero ellos eran los Winchester y suerte era una palabra que no usaban con frecuencia en su vocabulario por lo que, cuando parecía que la osa había decidido dejar las cosas como estaban para retornar a su vida habitual caminó de repente los pocos pasos que la separaba de ellos y, deteniéndose apenas a centímetros del menor, acercó su enorme cabeza hacia él haciendo que los músculos del rubio se anudaran en tensión y que su corazón casi diera un vuelco cercano al pánico imaginando la cabeza de su hermano destrozada dentro de las fauces del temible animal e, inesperadamente, la osa apoyó su hocico en la mejilla pálida del castaño haciéndole sentir un cosquilleo extraño ante el contacto con la nariz fría y el aire caliente que recibió en su cara cuando el imponente animal resopló suavemente sobre él.
Al mismo tiempo, la pequeña cría que retozaba entre las patas de su madre, se acercó nuevamente a Sam e intentó subir en sus brazos parándose en sus cortitas patas traseras para olisquearlo suavemente y, ante la sorpresa de Dean quien en ese momento no sabía si gritar, reír o rezar a un Dios en el que no creía, el pequeño osezno lamió su mejilla y bajó las patas que había apoyado en su pecho para quedarse muy quieto sentado a su lado.
En ese minuto la osa bajó su enorme cabeza hacia su cría y luego cambió la dirección de su mirada hacia el mayor de los hermanos lanzando enseguida un atronador rugido que heló la sangre en las venas a los jóvenes muchachos y, cuando los dos esperaban el horrible momento del ataque mortal, fueron sorprendidos por un fuerte estornudo que empapó el rostro de Dean con viscoso líquido.
El rubio se contuvo de insultar más que un marinero enfurecido por la fuerza con la que Sam apretó su brazo y por el sonido sofocado que apenas pudo escuchar escapara de los pulmones de su hermano menor consciente de que, o bien estaba conteniendo la risa o de que también estaba a punto de fracasar en sus intentos por permanecer consciente en medio de su debilidad, lo que hizo que sus alarmas protectoras mantuvieran a raya su impulso agresivo y el sentido común diera paso a la calma que les salvara la vida.
De pronto, cuando menos lo esperaban, el mayor depredador conocido en ese territorio salvaje dio media vuelta y emprendió el camino hacia las montañas seguido inmediatamente por el pequeño osezno que, tras lanzar una mirada hacia los hermanos, comenzó a trotar detrás de su madre quien en pocos segundos desapareció en medio de los verdes arbustos dejando atrás de ella las enormes huellas impresas en el barroso suelo aún cubierto, en pequeños lugares desperdigados en el bosque, por las pruebas de un invierno que se negaba a dar lugar a la tan ansiada primavera.
-¡Nunca más en mi vida volveré a mirar al oso Yogui de la misma forma!-exclamó Dean en cuanto la vio desaparecer mientras que, con una mueca de disgusto, se secaba el rostro con el revés de su manga notando en ese momento que su hermano no había aflojado el agarre que mantenía en su otro brazo por lo que enseguida dirigió su mirada preocupada hacia él-¿Sammy?-lo llamó suavemente, sin poder evitar que la ansiedad y el miedo por él le otorgaran un timbre algo tembloroso a su voz por lo que carraspeó un poco y habló de nuevo-¿Por qué tuve que recibir yo todos los asquerosos mocos de la madre?-exclamó exagerando las muecas de disgusto intentando algo que distrajera al chico que parecía próximo a sumirse en la oscuridad de la inconsciencia.Y en parte fue recompensado por la mirada cansada y la suave sonrisa que le dirigió su hermano menor pero fue cuando escuchó su temblorosa voz que los latidos de su corazón se sobresaltaron y sus sentidos protectores le alarmaron tal como una sirena de emergencia atraviesa el aire con su estridente ulular.
-Qui…zás…por tu…olor-tartamudeó el chico recibiendo las cejas fruncidas en preocupación y molestia del rubio como respuesta sin darle tiempo a agregar nada más porque Sam continuó-la pólvo…ra…deja..un ras…tro…muy fuer..te…sobre todo…para…el…olfato…tan agudo…de los osos…pardos-concluyó con apenas un hilo de voz, en medio de una respiración cada vez más dificultosa mientras intentaba enfocar su mirada en la silueta de su hermano que se movía en una extraña danza borrosa a su alrededor confundiéndose a veces con el entorno marrón verdoso del bosque que danzaba junto con él.
Dean, quien se ponía cada vez más frenético al escucharlo hablar en esa forma entrecortada y al observar el desenfoque en la mirada verdosa de su hermano solo atinó a contestarle mientras soltaba la mano de Sam que seguía aferrada a él como a un salvavidas en medio de un mar embravecido.
-¡Gracias, chico Animal Planet por la lección de biología!-exclamó sarcástico-¡Vámonos de este maldito bosque de una vez por todas!-agregó mientras se levantaba del suelo donde aún ambos estaban arrodillados tomando al mismo tiempo al jovencito debajo de sus brazos para elevarlo junto con él-Vamos chico, te tengo, apóyate en mi-agregó con suavidad ya lejos de ese tono brusco que había usado para demostrar su molestia y entrando por completo en el modo hermano mayor protector.
-Zoología, Dean-musitó Sam mientras se apoyaba en él buscando en su calor la fortaleza que necesitaba para seguir adelante.
-¿Qué?-exclamó el mayor sorprendido por la voz suave de su hermano pequeño que envió un cálido aliento en su cuello-"Joder, que ya casi me está alcanzando"-pensó el mayor al sentir el contraste entre la piel fría del menor y el calor que recibió en el susurro que salió de la boca de Sam que apoyaba su cabeza bajo su barbilla aferrándose con dedos temblorosos a la camisa del rubio provocándole sin querer un no tan lejano recuerdo de las noches en que lo sentaba en su regazo para contarle algún cuento.
-Zoología…De…no…biología-escuchar el diminutivo que el chico había usado con él hasta que cumplió los dos años envió una corriente cálida en el interior del mayor que olvidó toda molestia que le pudiera haber causado la aclaración de su "inteligente/mocoso/sabelotodo/dolor/en/el/culo" hermanito menor por lo que le contestó con su máxima expresión de afecto conocida por el pequeño desde que tenía memoria.
-Perra.
-Idiota-le respondió el chico con una sonrisa que envió a Dean un poco de luz y alivio para contrarrestar la oscuridad con la que la angustia se había instalado en su pecho.
-Vamos hermanito, vamos a casa-y aunque la palabra casa le recordó al hogar que alguna vez tuvo y que ya estaba perdiendo en la neblina del tiempo sintió la urgente necesidad de llevar a Sam a la seguridad de un techo en donde su cariño y sus cuidados le harían sentir que hogar es con quien estás y no donde vives, como siempre había hecho y como siempre iba a hacer, rogando internamente que para el chico fuera suficiente y dejara de considerar la idea de tener otra vida en otro lugar se concentró en brindarle toda la fuerza, la comodidad y la protección que él alguna vez había recibido de Mary y John-Nos estamos moviendo, te tengo-avisó el cazador antes de dar sus primeros pasos, llevando la mayor parte del peso de su hermano sosteniéndolo por el brazo que había pasado sobre sus hombros y rodeándolo con cuidado y firmeza de la cintura.
Inmediatamente Sam tropezó y cayó contra él, su mejilla casi congelada contra el cuello de Dean quien luchó contra el escalofrío lo mejor que pudo, aunque la mayor parte de él había comenzado a sentir la pérdida de calor consecuencia, en parte, de la falta de sus botas que había entregado sin pensarlo para beneficio de su hermano menor y, en su mayor parte (aunque quizás nunca iba a admitirlo), como consecuencia del miedo y la preocupación por la salud cada vez más deteriorada del chico.
-Lo…siento…-se disculpó con una voz tan leve que casi pasó desapercibida.
Casi,porque por supuesto para Dean fue un alarmante sonido que catapultó su corazón a un frenético palpitar al percibir detrás del susurro el aviso de que lo que finalmente sucedió. Siempre era bueno para sentir cuando su hermanito iba a necesitar de él por lo que cuando el menor agregó-Dean…me…-él ya estaba preparado para recibir el cuerpo laxo de Sam rodeándolo con sus fuertes brazos, protegiéndolo de una brusca caída hacia el suelo que lo lastimara más de lo que ya estaba y, sintiendo como el pánico comenzaba a patear su intestino, decidió que ya había tenido más que suficiente con ese bosque maldito y, aunque su hermano probablemente se quejaría de que lo tuvo que cargar como a un bebé, hizo caso omiso a ese pensamiento y , mientras mantenía una mano sosteniendo el torso del menor contra su pecho, inclinó un poco su cuerpo bajando su brazo libre hasta las rodillas de Sam levantándolo con sumo cuidado hasta que lo acunó en sus brazos como cuando, durante los primeros años de su vida, llevaba al pequeño recién dormido en su regazo hasta la habitación que compartían en el hotelucho de turno o como cuando lo bajaba de un Impala que, con el grave arrullo de su motor, venciera a el chiquillo eternamente inquieto y preguntón al que no se le escapaba nada de las imágenes que pasaran raudas a través de esas ventanas que mostraban breves fragmentos de vidas tan ajenas y lejanas a las que ellos llevaban.
-¡Sólo resiste Sammy, por favor, voy a cuidarte y estarás bien muy pronto!-murmuró Dean apoyando un segundo su frente en la cabeza de su hermano al que sostenía cual preciado tesoro entre sus brazos para luego respirar profundamente y dar los primeros y decididos pasos hacia la seguridad y, sobre todo, hacia el calor de esa cabaña de la que hacía al menos dos horas habían salido.
Pero, conforme los minutos pasaban, el peso del menor comenzó a hacerse sentir en el cuerpo de Dean quien, sumido en una profunda ansiedad, se debatía en un doloroso torbellino de sentimientos que le estaban quitando todo el oxígeno a sus pulmones.
Sentía como si llevara horas luchando, su cuerpo y sus músculos agotados, su cabeza golpeando bajo el influjo del frenético palpitar de su corazón, no podía dejar de pensar que nada de esto hubiera pasado si él no hubiera maltratado así a su hermano lo que enviaba olas de culpabilidad a su ya angustiado corazón.
Sin duda, estas horas estaban siendo las más largas y difíciles de su vida, y eso que a lo largo de su joven pero experimentada vida de cazador había visto y sufrido largas horas y días de cacerías, mañanas y noches en los que puntos de sutura, moretones, sangre, contusiones formaban parte de esa profesión que había adoptado desde que su padre puso su primera arma en sus manos, cuando apenas tenía nueve años. Fue su trabajo sufrir y él así lo había aceptado disfrutando muchas veces con la adrenalina que bombeaba por sus venas después de un trabajo bien hecho.
Pero todo cambió el día que su padre incluyó a su hermano pequeño en el negocio familiar y todos sus instintos se revelaron contra esa decisión cambiando su perspectiva de las cacerías por completo. Ya no era sólo salar y quemar, era y siempre sería… "Cuida a Sammy"… "Sufre por él"… "Protege a Sam"… "No dejes que nada malo le pase"… "Es mi responsabilidad"… "Él es mi verdadero trabajo"…
Cada grito, cada quejido de dolor, cada rasguño, cada momento que estuvo en peligro desde que comenzó a cazar con ellos calaban hondo en el alma de Dean en formas que nunca podría explicar o superar y, por desgracia, o para no variar con la maldita suerte Winchester, el chico parecía ser un imán para los problemas ya que espíritus, espectros, bichos malignos o cuanta cosa se les cruzaran parecían tener una especial predilección por él y se le pegaban como abejas a la miel.
-¿Por qué diablos te habré alimentado con tanto Lucky Charms? ¡Eres más pesado que un jodido Sasquatch!-exclamó el rubio tratando de quitar de su mente esos últimos pensamientos agobiantes que aumentaban conforme el tiempo pasaba y el chico no reaccionaba.
Podía sentir los temblores recorriendo su cuerpo y la extraña sensación de calor y frío que le llegaba desde la piel de su mejilla apoyada en el costado de su cuello, sintiendo apenas el soplo de su respiración inestable en su oído cuando su cabeza rodaba por su hombro al moverse un poco más rápido o inclinarse para esquivar ramas o troncos que en su camino encontraba.
Sosteniéndolo aún más estrechamente y murmurándole palabras reconfortantes, aunque no estaba seguro que el jovencito lo escuchara, caminó los últimos metros con más bríos y energías cuando vio el techo de la cabaña asomarse a poca distancia detrás de unos frondosos arbustos que serían el último impedimento por salvar para llegar a la seguridad y el calor de ese transitorio refugio al que llamaría hogar
-¡Por fin!-se alegró el muchacho ante el paisaje que vislumbró a través del follaje-¿Me escuchas pequeño? ¡Llegamos!-le dijo al menor deteniendo un segundo su marcha para apoyar su espalda en el tronco de un árbol e inclinar hacia atrás el cuerpo de Sam para así tener una mejor visión de su rostro, buscando con ansiedad algún signo que le indicara que ya iba a despertar-¿Me harás cargarte en brazos hasta la puerta de tu castillo, princesa?-le preguntó con un tono burlón que no se reflejó en su verde y vibrante mirada cargada de preocupación y cariño-¿Sammy?-lo llamó con un tono que denotó todo el anhelo escondido en su corazón.
Y detrás de esa oscuridad profunda y desconcertante, detrás de esa opresiva sensación de estar atrapado en un mundo sin color, sin sonidos, ni formas a las que aferrarse para detener el continuo bamboleo hacia ninguna parte, un sonido, mejor dicho, dos sonidos se abrieron paso como finas hebras doradas de un sol que todavía no se veía en el horizonte
…Si es que había un horizonte en el abismo en donde estaba sumergido… ¿Desde cuándo hacía tanto calor y tanto frío al mismo tiempo en las profundidades de dónde sea que estuviera? …Y pensándolo mejor… ¿En qué momento se había caído?... ¿Tenía los ojos abiertos o cerrados?...
No podía sentir la diferencia pero, cada vez que intentaba buscar un rayo de luz, más profundo parecía que se hundía mecido por un extraño bamboleo diferente al vaivén de un barco sobre el mar
…¿Qué hacía él en un barco?... ¿O no es un barco?...-la mente de Sam intentaba centrarse en esos sonidos que lo acercaron a la conciencia, su capacidad de razonar tratando de prevalecer sobre esa ominosa oscuridad que parecía querer arrastrarlo como el gigantesco tentáculo de un monstruoso pulpo hacia la caverna de la que no saldría jamás.
Y ahí estaban otra vez esos sonidos, uno tan diferente del otro pero tan familiares los dos que lo obligaron a concentrarse más para que, cuál brújula a un peregrino perdido, lo guiaran hacia un lugar donde estaría a salvo de esa oscura realidad que se lo quería llevar.
Con gran esfuerzo pudo sentir que uno era rítmico y constante, un ritmo que había escuchado infinidad de veces desde que tenía memoria, que lo arrullaba cuando no encontraba calma en las pesadillas de sus noches y que lo había despertado más veces de las que podría contar cuando viajaba cálido y seguro en la parte trasera del Impala, un ritmo que le decía "Estás en casa, estás en casa" y así Sam supo que estaba sobre el pecho de Dean.
El otro sonido que enseguida reconoció fue la candencia familiar del tono de voz de su hermano mayor que lo atrajo como a una mariposa nocturna la atrae la bombilla de luz para sacarlo de la seguridad de la inconsciencia, luchando para dejar atrás el dolor y el miedo que llegarían junto al regreso a la realidad.
-¿Dean?-murmuró aún antes de abrir los ojos e, inmediatamente, sintió como una mano áspera pero familiarmente reconfortante le apartaba el flequillo de la frente para apoyarse luego en su mejilla.
-Si, Sammy, soy yo, estoy aquí-respondió el muchacho sintiendo una corriente de alivio al ver las pequeñas hendiduras en los párpados del castaño que le enviaron un breve destello de los cambiantes ojos, en ese momento verdes azulados, de su hermano menor-Vamos chiquillo, abre los ojos para mi-agregó cálidamente acercando más el rostro para satisfacer la búsqueda desenfocada de Sam que hacía notables esfuerzos para responder al pedido del rubio, percibiendo detrás de sus cariñosas palabras, ese tono tan familiar de preocupación cercano al pánico que su hermano mayor demostraba solo con él.
-Dean…¿Dónde…estamos?-balbuceó con una voz rasposa pero con una mayor claridad en la mirada.
-Todavía en el bosque, pero ya puedo ver la cabaña-aclaró el cazador sintiendo sus brazos temblar por el esfuerzo y la tensión, su piel bañada en perlitas de sudor a pesar del frío del ambiente, su frente surcada por las huellas del cansancio y la preocupación pero en ningún momento considerando la idea de bajarlo para que camine los metros que los separaban del tan ansiado refugio.
-Puedes bajar…me… Dean-dijo de pronto el castaño luego de observarlo con intensidad unos segundos-Estoy...mejor.
-Ni lo pienses, ya estamos llegando-respondió de inmediato con ese tono que no admitiría ningún tipo de discusión-Además ¿Cómo se vería el héroe si abandona a la princesa a tan pocos metros de su hogar?-agregó mirándolo con su flamante, burlona y reluciente sonrisa mientras que comenzaba a caminar con fuerzas renovadas.
-Idiota-contestó el menor pero, sin poder ocultar una sonrisa ante las acostumbradas burlas de su hermano, sólo envolvió sus dedos con más fuerza en la camisa de Dean y dejó que la comodidad, la seguridad y la protección que siempre había recibido de él le llenaran el alma de una calidez que lo confortó mejor que cualquier manta.
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Awww! Necesitaba tanto de estos momentos, disculpen si me puse muy chick flick, xd, es para prepararlas para el siguiente capi en donde sabrán al fin qué tiene mi Sammy (perdón, nuestro Sammy), qué hará o dirá John, qué hará o dirá Dean y alguna que otra sorpresilla más las que si quieren saber que son (y olvidando por completo la cantidad de días que desaparecí de aquí) las podrán averiguar al dejar mis anhelados comentarios y
Saludos a todas!
NO tengo crédito,again,no me hice del club pers,again,pero tengo dos entradas para el Monumental (no la cancha de River,jajajaj) conseguido con ese grou...y no digo mas para no hacer propaganda. Please,mandame una señal de humo y organizamos ¿okay? Besos
Verobian: Gracias por tu paciencia y perdón por la demora,es que me quedé escribiendo el jueves para publicar el viernes (en el otro sitio voy casi al final de la historia) y no me acordé de venir. Espero que te siga gustando como hasta ahora. Besos
Ahora sí,esperando que Patri esté mejor así aparece en ambos lados y rogando que algún día mi amiga/hermanita del alma se digne a reaparecer por acá (y conste que la perdono porque en el otro lado no me deja casi nunca)me retiro dejándoles el capi que sigue.
Enjoy it!
Supernatural
-"Ya se está emocionando como una princesa"-pensó el mayor rodando sus ojos al cielo intentando al menos con ese pensamiento encontrar la calma que estaba perdiendo mientras las imágenes de él y su hermanito destrozados bajo las garras de la osa en cuanto recuperara a su cría no dejaban de aparecer en su mente que, como en un torbellino, buscaba frenética una forma de salir con vida de la amenaza que una vez más ponía en peligro sus vidas.
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La inmensa mole de pelo y músculos olisqueó el aire una vez más elevando su cabeza hacia un cielo cada vez más oscuro. Su excelente sentido del olfato sumado a esa extraordinaria capacidad auditiva había otorgado a los hermanos Winchester un breve suspiro cargado de ía levantada sobre sus patas traseras la gigantesca hembra parecía haber encontrado la calma que había perdido en la feroz batalla en defensa de su cría y, más que furiosa, parecía aturdida ante la presencia de esas dos extrañas figuras que permanecían inmóviles apenas dentro de su campo de visión.
Para fortuna de los jóvenes hermanos los osos pardos no poseen una vista muy desarrollada, a largas distancias reconocen formas, pero no detalles, distinguiendo mejor a animales u objetos en movimiento que inmóviles por lo que, en situaciones desfavorables, suelen erguirse sobre sus patas para aumentar así su campo visual.Y, en el entorno en que se encontraba, la enorme hembra podía olfatear a su cría, la escuchaba pero, recelosa, había detenido su temible ataque confundida por el olor de su cachorro presente en ese humano y por el fuerte aroma que provenía del otro y al que con la experiencia de su vida en los bosques había aprendido a temer.
En ese momento de tensión los hermanos Winchester pasaban por una miríada de emociones y sensaciones que difícilmente olvidarían. Uno, más preocupado por la seguridad de su hermano que por sí mismo, mantenía su mano sobre el antebrazo del joven apretándolo con una fuerza que parecía escapársele con cada segundo que pasaba, temeroso de que la impulsividad del muchacho lo llevara a lanzarse en un ataque en el que ninguno de los dos saldría con corazón palpitando frenético aturdía sus sentidos y, aunque numerosos puntitos negros bailoteaban delante de su visión, consiguió aferrarse a la realidad gracias a la adrenalina que fluía por sus venas proveniente de la velocidad con la que sus pensamientos le transmitían la advertencia de que si su hermano mayor consideraba que estaba en peligro de muerte haría cualquier cosa con tal de protegerle, aunque eso significara interponerse entre él y ese enorme animal.
El otro, más preocupado por el dueño de esa temblorosa mano que lo aferraba con impensable fuerza no tenía otro pensamiento que no fuera la determinación de hacer lo que fuera para protegerle, inmóvil solo por el brillo desesperado de esos ojos verdes que lo miraban implorándole calma trataba de atenuar los acelerados latidos de su corazón que palpitaba frenético ante la imagen del chico destrozado por las garras de la madre de esa dichosa bola de pelos que su emocional hermanito se había obstinado en salvar y. aunque el aire frío de ese bosque aumentaba conforme el tiempo pasaba, unas pequeñas gotas comenzaron a caer por su frente al igual que las palmas de sus manos se llenaban de frío sudor en repuesta a la tensión que parecía impregnar el aire de una corriente ajena al viento que descendía de las nevadas montañas.
Finalmente, después de unos segundos agobiantes, el osezno que había dejado los brazos de Sam caminó hacia su madre y, deteniéndose al lado de las poderosas patas, miró hacia arriba y emitió un sonoro grito más cercano al llanto que al gruñido por lo que la osa descendió de inmediato al suelo haciendo temblar el piso con el peso de su cuerpo levantando una pequeña nube de polvo en cuanto sus patas delanteras hicieron contacto con la tierra.
Enseguida, bajó su enorme cabeza recibiendo el cálido contacto del hocico de su cría en ella, la olisqueó intensamente, sus sonoros resoplidos tapando la agitada respiración de ambos muchachos que apenas desviaron la mirada uno del otro para observar la reunión de la madre con su osezno, ambos deseando con todas sus fuerzas que de una vez por todas el enorme animal se desviara hacia el bosque de donde había aparecido y los dejara en paz.
Pero ellos eran los Winchester y suerte era una palabra que no usaban con frecuencia en su vocabulario por lo que, cuando parecía que la osa había decidido dejar las cosas como estaban para retornar a su vida habitual caminó de repente los pocos pasos que la separaba de ellos y, deteniéndose apenas a centímetros del menor, acercó su enorme cabeza hacia él haciendo que los músculos del rubio se anudaran en tensión y que su corazón casi diera un vuelco cercano al pánico imaginando la cabeza de su hermano destrozada dentro de las fauces del temible animal e, inesperadamente, la osa apoyó su hocico en la mejilla pálida del castaño haciéndole sentir un cosquilleo extraño ante el contacto con la nariz fría y el aire caliente que recibió en su cara cuando el imponente animal resopló suavemente sobre él.
Al mismo tiempo, la pequeña cría que retozaba entre las patas de su madre, se acercó nuevamente a Sam e intentó subir en sus brazos parándose en sus cortitas patas traseras para olisquearlo suavemente y, ante la sorpresa de Dean quien en ese momento no sabía si gritar, reír o rezar a un Dios en el que no creía, el pequeño osezno lamió su mejilla y bajó las patas que había apoyado en su pecho para quedarse muy quieto sentado a su lado.
En ese minuto la osa bajó su enorme cabeza hacia su cría y luego cambió la dirección de su mirada hacia el mayor de los hermanos lanzando enseguida un atronador rugido que heló la sangre en las venas a los jóvenes muchachos y, cuando los dos esperaban el horrible momento del ataque mortal, fueron sorprendidos por un fuerte estornudo que empapó el rostro de Dean con viscoso líquido.
El rubio se contuvo de insultar más que un marinero enfurecido por la fuerza con la que Sam apretó su brazo y por el sonido sofocado que apenas pudo escuchar escapara de los pulmones de su hermano menor consciente de que, o bien estaba conteniendo la risa o de que también estaba a punto de fracasar en sus intentos por permanecer consciente en medio de su debilidad, lo que hizo que sus alarmas protectoras mantuvieran a raya su impulso agresivo y el sentido común diera paso a la calma que les salvara la vida.
De pronto, cuando menos lo esperaban, el mayor depredador conocido en ese territorio salvaje dio media vuelta y emprendió el camino hacia las montañas seguido inmediatamente por el pequeño osezno que, tras lanzar una mirada hacia los hermanos, comenzó a trotar detrás de su madre quien en pocos segundos desapareció en medio de los verdes arbustos dejando atrás de ella las enormes huellas impresas en el barroso suelo aún cubierto, en pequeños lugares desperdigados en el bosque, por las pruebas de un invierno que se negaba a dar lugar a la tan ansiada primavera.
-¡Nunca más en mi vida volveré a mirar al oso Yogui de la misma forma!-exclamó Dean en cuanto la vio desaparecer mientras que, con una mueca de disgusto, se secaba el rostro con el revés de su manga notando en ese momento que su hermano no había aflojado el agarre que mantenía en su otro brazo por lo que enseguida dirigió su mirada preocupada hacia él-¿Sammy?-lo llamó suavemente, sin poder evitar que la ansiedad y el miedo por él le otorgaran un timbre algo tembloroso a su voz por lo que carraspeó un poco y habló de nuevo-¿Por qué tuve que recibir yo todos los asquerosos mocos de la madre?-exclamó exagerando las muecas de disgusto intentando algo que distrajera al chico que parecía próximo a sumirse en la oscuridad de la inconsciencia.Y en parte fue recompensado por la mirada cansada y la suave sonrisa que le dirigió su hermano menor pero fue cuando escuchó su temblorosa voz que los latidos de su corazón se sobresaltaron y sus sentidos protectores le alarmaron tal como una sirena de emergencia atraviesa el aire con su estridente ulular.
-Qui…zás…por tu…olor-tartamudeó el chico recibiendo las cejas fruncidas en preocupación y molestia del rubio como respuesta sin darle tiempo a agregar nada más porque Sam continuó-la pólvo…ra…deja..un ras…tro…muy fuer..te…sobre todo…para…el…olfato…tan agudo…de los osos…pardos-concluyó con apenas un hilo de voz, en medio de una respiración cada vez más dificultosa mientras intentaba enfocar su mirada en la silueta de su hermano que se movía en una extraña danza borrosa a su alrededor confundiéndose a veces con el entorno marrón verdoso del bosque que danzaba junto con él.
Dean, quien se ponía cada vez más frenético al escucharlo hablar en esa forma entrecortada y al observar el desenfoque en la mirada verdosa de su hermano solo atinó a contestarle mientras soltaba la mano de Sam que seguía aferrada a él como a un salvavidas en medio de un mar embravecido.
-¡Gracias, chico Animal Planet por la lección de biología!-exclamó sarcástico-¡Vámonos de este maldito bosque de una vez por todas!-agregó mientras se levantaba del suelo donde aún ambos estaban arrodillados tomando al mismo tiempo al jovencito debajo de sus brazos para elevarlo junto con él-Vamos chico, te tengo, apóyate en mi-agregó con suavidad ya lejos de ese tono brusco que había usado para demostrar su molestia y entrando por completo en el modo hermano mayor protector.
-Zoología, Dean-musitó Sam mientras se apoyaba en él buscando en su calor la fortaleza que necesitaba para seguir adelante.
-¿Qué?-exclamó el mayor sorprendido por la voz suave de su hermano pequeño que envió un cálido aliento en su cuello-"Joder, que ya casi me está alcanzando"-pensó el mayor al sentir el contraste entre la piel fría del menor y el calor que recibió en el susurro que salió de la boca de Sam que apoyaba su cabeza bajo su barbilla aferrándose con dedos temblorosos a la camisa del rubio provocándole sin querer un no tan lejano recuerdo de las noches en que lo sentaba en su regazo para contarle algún cuento.
-Zoología…De…no…biología-escuchar el diminutivo que el chico había usado con él hasta que cumplió los dos años envió una corriente cálida en el interior del mayor que olvidó toda molestia que le pudiera haber causado la aclaración de su "inteligente/mocoso/sabelotodo/dolor/en/el/culo" hermanito menor por lo que le contestó con su máxima expresión de afecto conocida por el pequeño desde que tenía memoria.
-Perra.
-Idiota-le respondió el chico con una sonrisa que envió a Dean un poco de luz y alivio para contrarrestar la oscuridad con la que la angustia se había instalado en su pecho.
-Vamos hermanito, vamos a casa-y aunque la palabra casa le recordó al hogar que alguna vez tuvo y que ya estaba perdiendo en la neblina del tiempo sintió la urgente necesidad de llevar a Sam a la seguridad de un techo en donde su cariño y sus cuidados le harían sentir que hogar es con quien estás y no donde vives, como siempre había hecho y como siempre iba a hacer, rogando internamente que para el chico fuera suficiente y dejara de considerar la idea de tener otra vida en otro lugar se concentró en brindarle toda la fuerza, la comodidad y la protección que él alguna vez había recibido de Mary y John-Nos estamos moviendo, te tengo-avisó el cazador antes de dar sus primeros pasos, llevando la mayor parte del peso de su hermano sosteniéndolo por el brazo que había pasado sobre sus hombros y rodeándolo con cuidado y firmeza de la cintura.
Inmediatamente Sam tropezó y cayó contra él, su mejilla casi congelada contra el cuello de Dean quien luchó contra el escalofrío lo mejor que pudo, aunque la mayor parte de él había comenzado a sentir la pérdida de calor consecuencia, en parte, de la falta de sus botas que había entregado sin pensarlo para beneficio de su hermano menor y, en su mayor parte (aunque quizás nunca iba a admitirlo), como consecuencia del miedo y la preocupación por la salud cada vez más deteriorada del chico.
-Lo…siento…-se disculpó con una voz tan leve que casi pasó desapercibida.
Casi,porque por supuesto para Dean fue un alarmante sonido que catapultó su corazón a un frenético palpitar al percibir detrás del susurro el aviso de que lo que finalmente sucedió. Siempre era bueno para sentir cuando su hermanito iba a necesitar de él por lo que cuando el menor agregó-Dean…me…-él ya estaba preparado para recibir el cuerpo laxo de Sam rodeándolo con sus fuertes brazos, protegiéndolo de una brusca caída hacia el suelo que lo lastimara más de lo que ya estaba y, sintiendo como el pánico comenzaba a patear su intestino, decidió que ya había tenido más que suficiente con ese bosque maldito y, aunque su hermano probablemente se quejaría de que lo tuvo que cargar como a un bebé, hizo caso omiso a ese pensamiento y , mientras mantenía una mano sosteniendo el torso del menor contra su pecho, inclinó un poco su cuerpo bajando su brazo libre hasta las rodillas de Sam levantándolo con sumo cuidado hasta que lo acunó en sus brazos como cuando, durante los primeros años de su vida, llevaba al pequeño recién dormido en su regazo hasta la habitación que compartían en el hotelucho de turno o como cuando lo bajaba de un Impala que, con el grave arrullo de su motor, venciera a el chiquillo eternamente inquieto y preguntón al que no se le escapaba nada de las imágenes que pasaran raudas a través de esas ventanas que mostraban breves fragmentos de vidas tan ajenas y lejanas a las que ellos llevaban.
-¡Sólo resiste Sammy, por favor, voy a cuidarte y estarás bien muy pronto!-murmuró Dean apoyando un segundo su frente en la cabeza de su hermano al que sostenía cual preciado tesoro entre sus brazos para luego respirar profundamente y dar los primeros y decididos pasos hacia la seguridad y, sobre todo, hacia el calor de esa cabaña de la que hacía al menos dos horas habían salido.
Pero, conforme los minutos pasaban, el peso del menor comenzó a hacerse sentir en el cuerpo de Dean quien, sumido en una profunda ansiedad, se debatía en un doloroso torbellino de sentimientos que le estaban quitando todo el oxígeno a sus pulmones.
Sentía como si llevara horas luchando, su cuerpo y sus músculos agotados, su cabeza golpeando bajo el influjo del frenético palpitar de su corazón, no podía dejar de pensar que nada de esto hubiera pasado si él no hubiera maltratado así a su hermano lo que enviaba olas de culpabilidad a su ya angustiado corazón.
Sin duda, estas horas estaban siendo las más largas y difíciles de su vida, y eso que a lo largo de su joven pero experimentada vida de cazador había visto y sufrido largas horas y días de cacerías, mañanas y noches en los que puntos de sutura, moretones, sangre, contusiones formaban parte de esa profesión que había adoptado desde que su padre puso su primera arma en sus manos, cuando apenas tenía nueve años. Fue su trabajo sufrir y él así lo había aceptado disfrutando muchas veces con la adrenalina que bombeaba por sus venas después de un trabajo bien hecho.
Pero todo cambió el día que su padre incluyó a su hermano pequeño en el negocio familiar y todos sus instintos se revelaron contra esa decisión cambiando su perspectiva de las cacerías por completo. Ya no era sólo salar y quemar, era y siempre sería… "Cuida a Sammy"… "Sufre por él"… "Protege a Sam"… "No dejes que nada malo le pase"… "Es mi responsabilidad"… "Él es mi verdadero trabajo"…
Cada grito, cada quejido de dolor, cada rasguño, cada momento que estuvo en peligro desde que comenzó a cazar con ellos calaban hondo en el alma de Dean en formas que nunca podría explicar o superar y, por desgracia, o para no variar con la maldita suerte Winchester, el chico parecía ser un imán para los problemas ya que espíritus, espectros, bichos malignos o cuanta cosa se les cruzaran parecían tener una especial predilección por él y se le pegaban como abejas a la miel.
-¿Por qué diablos te habré alimentado con tanto Lucky Charms? ¡Eres más pesado que un jodido Sasquatch!-exclamó el rubio tratando de quitar de su mente esos últimos pensamientos agobiantes que aumentaban conforme el tiempo pasaba y el chico no reaccionaba.
Podía sentir los temblores recorriendo su cuerpo y la extraña sensación de calor y frío que le llegaba desde la piel de su mejilla apoyada en el costado de su cuello, sintiendo apenas el soplo de su respiración inestable en su oído cuando su cabeza rodaba por su hombro al moverse un poco más rápido o inclinarse para esquivar ramas o troncos que en su camino encontraba.
Sosteniéndolo aún más estrechamente y murmurándole palabras reconfortantes, aunque no estaba seguro que el jovencito lo escuchara, caminó los últimos metros con más bríos y energías cuando vio el techo de la cabaña asomarse a poca distancia detrás de unos frondosos arbustos que serían el último impedimento por salvar para llegar a la seguridad y el calor de ese transitorio refugio al que llamaría hogar
-¡Por fin!-se alegró el muchacho ante el paisaje que vislumbró a través del follaje-¿Me escuchas pequeño? ¡Llegamos!-le dijo al menor deteniendo un segundo su marcha para apoyar su espalda en el tronco de un árbol e inclinar hacia atrás el cuerpo de Sam para así tener una mejor visión de su rostro, buscando con ansiedad algún signo que le indicara que ya iba a despertar-¿Me harás cargarte en brazos hasta la puerta de tu castillo, princesa?-le preguntó con un tono burlón que no se reflejó en su verde y vibrante mirada cargada de preocupación y cariño-¿Sammy?-lo llamó con un tono que denotó todo el anhelo escondido en su corazón.
Y detrás de esa oscuridad profunda y desconcertante, detrás de esa opresiva sensación de estar atrapado en un mundo sin color, sin sonidos, ni formas a las que aferrarse para detener el continuo bamboleo hacia ninguna parte, un sonido, mejor dicho, dos sonidos se abrieron paso como finas hebras doradas de un sol que todavía no se veía en el horizonte
…Si es que había un horizonte en el abismo en donde estaba sumergido… ¿Desde cuándo hacía tanto calor y tanto frío al mismo tiempo en las profundidades de dónde sea que estuviera? …Y pensándolo mejor… ¿En qué momento se había caído?... ¿Tenía los ojos abiertos o cerrados?...
No podía sentir la diferencia pero, cada vez que intentaba buscar un rayo de luz, más profundo parecía que se hundía mecido por un extraño bamboleo diferente al vaivén de un barco sobre el mar
…¿Qué hacía él en un barco?... ¿O no es un barco?...-la mente de Sam intentaba centrarse en esos sonidos que lo acercaron a la conciencia, su capacidad de razonar tratando de prevalecer sobre esa ominosa oscuridad que parecía querer arrastrarlo como el gigantesco tentáculo de un monstruoso pulpo hacia la caverna de la que no saldría jamás.
Y ahí estaban otra vez esos sonidos, uno tan diferente del otro pero tan familiares los dos que lo obligaron a concentrarse más para que, cuál brújula a un peregrino perdido, lo guiaran hacia un lugar donde estaría a salvo de esa oscura realidad que se lo quería llevar.
Con gran esfuerzo pudo sentir que uno era rítmico y constante, un ritmo que había escuchado infinidad de veces desde que tenía memoria, que lo arrullaba cuando no encontraba calma en las pesadillas de sus noches y que lo había despertado más veces de las que podría contar cuando viajaba cálido y seguro en la parte trasera del Impala, un ritmo que le decía "Estás en casa, estás en casa" y así Sam supo que estaba sobre el pecho de Dean.
El otro sonido que enseguida reconoció fue la candencia familiar del tono de voz de su hermano mayor que lo atrajo como a una mariposa nocturna la atrae la bombilla de luz para sacarlo de la seguridad de la inconsciencia, luchando para dejar atrás el dolor y el miedo que llegarían junto al regreso a la realidad.
-¿Dean?-murmuró aún antes de abrir los ojos e, inmediatamente, sintió como una mano áspera pero familiarmente reconfortante le apartaba el flequillo de la frente para apoyarse luego en su mejilla.
-Si, Sammy, soy yo, estoy aquí-respondió el muchacho sintiendo una corriente de alivio al ver las pequeñas hendiduras en los párpados del castaño que le enviaron un breve destello de los cambiantes ojos, en ese momento verdes azulados, de su hermano menor-Vamos chiquillo, abre los ojos para mi-agregó cálidamente acercando más el rostro para satisfacer la búsqueda desenfocada de Sam que hacía notables esfuerzos para responder al pedido del rubio, percibiendo detrás de sus cariñosas palabras, ese tono tan familiar de preocupación cercano al pánico que su hermano mayor demostraba solo con él.
-Dean…¿Dónde…estamos?-balbuceó con una voz rasposa pero con una mayor claridad en la mirada.
-Todavía en el bosque, pero ya puedo ver la cabaña-aclaró el cazador sintiendo sus brazos temblar por el esfuerzo y la tensión, su piel bañada en perlitas de sudor a pesar del frío del ambiente, su frente surcada por las huellas del cansancio y la preocupación pero en ningún momento considerando la idea de bajarlo para que camine los metros que los separaban del tan ansiado refugio.
-Puedes bajar…me… Dean-dijo de pronto el castaño luego de observarlo con intensidad unos segundos-Estoy...mejor.
-Ni lo pienses, ya estamos llegando-respondió de inmediato con ese tono que no admitiría ningún tipo de discusión-Además ¿Cómo se vería el héroe si abandona a la princesa a tan pocos metros de su hogar?-agregó mirándolo con su flamante, burlona y reluciente sonrisa mientras que comenzaba a caminar con fuerzas renovadas.
-Idiota-contestó el menor pero, sin poder ocultar una sonrisa ante las acostumbradas burlas de su hermano, sólo envolvió sus dedos con más fuerza en la camisa de Dean y dejó que la comodidad, la seguridad y la protección que siempre había recibido de él le llenaran el alma de una calidez que lo confortó mejor que cualquier manta.
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Awww! Necesitaba tanto de estos momentos, disculpen si me puse muy chick flick, xd, es para prepararlas para el siguiente capi en donde sabrán al fin qué tiene mi Sammy (perdón, nuestro Sammy), qué hará o dirá John, qué hará o dirá Dean y alguna que otra sorpresilla más las que si quieren saber que son (y olvidando por completo la cantidad de días que desaparecí de aquí) las podrán averiguar al dejar mis anhelados comentarios y
Saludos a todas!
sammynanci- Hell´s Angel
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